Hoy eché un vistazo a todas las cicatrices que en 22 años, he logrado coleccionar... Vaya si son varias, acaricie cada una mientras pensaba en las historias que guardaban...
Probablemente si a los 11 meses, un clavo no hubiera lastimado mi parpado, me sería mas fácil hacer un smoky eye, el delineado me quedaría mas prolijo y esa cicatriz no fuera muy evidente en mis fotografías, pero no hubiera aprendido que juguetear al lado de herramientas de carpintería era peligroso.
Cuando tenia 8 años, una agujetas mal atadas me enseñaron que no debía correr con el calzado mal colocado, porque luego el roce del pantalón en las rodillas incomodaba demasiado y no ayudaba a que la herida sanara. Con 12 años, aprendí que ser costurera no era tan fácil, como lo hacia ver mamá y que los alfileres eran mas punzantes de lo que se veían.
A los 15 años, descubrí que un tal Antonio con carita de buen niño, no siempre sería de fiar, seguramente destrozaría con pequeñas cortaditas mi corazón, pero al final decir adiós, no iba doler más que la vez que me caí en granito y me corte toda la cara.
Con 16, entendí que hay risas que pueden terminar en lágrimas, que Antonio al menos era honesto y que Guillermo era un poco macabro. Que podía llorar más que cuando en gimnasia resbale y cai sobre mi muñeca, que mi corazón podía tronar mas fuerte que esa muñeca casi quebrada, y que mi voz alcanzaba decibelios muy altos cuando por dolor decidía gritar, aprendí que unas cucharas congeladas durante una noche, desvanecen la hinchazón de los ojos y esa fue una gran lección.
Teniendo 18 años, me di cuenta que no hay peor traición que la que uno mismo se hace, que Antonio y Guillermo después de todo no estaban tan mal, que podían ser indefensos si los comparaba con Erick, que hay heridas que no sanan y que hay personas que se encargan de eso. Aprendí que las cucharas congeladas no servían si pasabas 9 horas velando y llorando, que mis papás no eran tontos y que notaban cuando algo no andaba bien, que las cortaditas en los dedos con las hojas no las veiamos pero si las sentíamos, que aun siendo pequeñas dolian como cuando el cuchillo cortando cebolla te quitaba un pedacito de dedo, que hay heridas que tardan más de 2 semanas y 1 pomada para sanar. Descubrí que una sola persona te puede causar más de 100 cicatrices, y que no importa cuanta tengas, no terminaras de aprender.
A los 22 estoy aprendiendo que una cuchilla bien afilada puede atentar contra la existencia de mis dedos, y que Anibal, puede atentar contra la existencia de mi corazón, sino me cuido bien.